Marta vive en Klutz, un pueblecito al norte de Alemania. Cerca del mar. Más cerca de Copenhague que de Múnich. “Un pueblo muy tranquilo. Nunca pasa nada “-nos explica. Y es que Klutz tiene poco más de 3.000 habitantes. “Poca gente joven, pero con todo lo que se necesita para vivir” -dice Marta.
Quien vive en Klütz -como Marta- tiene tres obligaciones irrenunciables:
- Visitar el castillo Schloss Bothmer, la referencia turística del pueblo.
- Pasearse por Lenorenwald; un enorme, verde y frondoso bosque.
- Quitar la nieve y el hielo que se acumula en la acera frente a su casa cuando nieva en invierno. “Todo el mundo está obligado y todo el mundo lo hace. Si alguien se lastima ante tu casa, las autoridades locales te reclamarán responsabilidades “-nos dice Marta.
Aquí es donde trabaja Marta. Los inviernos son duros y la nieve abundante. Marta lo tiene claro “es de los inviernos más duros que he vivido”. Y cuando la nieve se funde, el blanco deja paso al verde más puro.
Pero ¿qué hace Marta en un pueblecito al norte de Alemania donde la nieve puede cuajar durante dos semanas? ¿Qué hace Marta en Klütz donde, con buen tiempo, sus habitantes van a la playa que tienen a pocos metros solo unos meses después de haber nevado sin parar?
Marta es Azubi. Hace ya más de un año y medio que comenzó la Formación Profesional de Hotelfachfrau. Sí, ella es Azubi y estudia y trabaja en Alemania. Sí, Marta también experimentó lo que ahora puedes estar sintiendo. Quizás tú también te planteas emprender el mismo camino que Marta. Quizás tienes dudas y te asusta la idea de vivir y trabajar en un país donde se habla alemán y no inglés. Quizás tienes esa mezcla extraña donde la ilusión y el miedo te hacen la decisión más complicada, da igual cual termine siendo.
A Marta le falta poco más de un año para finalizar su Ausbildung: “Tengo clarísimo que acabaré. Ninguna duda. Y nunca me he lamentado de haber venido aquí“.
Y claro que Marta también ha tenido momentos difíciles. Pero no hay nada que no pueda arreglar su pala para la nieve durante los meses de invierno.
“Cuando llegué por primera vez, la gente me decía que mi nivel de alemán era bastante mejor que el de otros extranjeros que también trabajan y estudian aquí”. Y es que Marta -como todos- comenzó de cero. Con sólo cuatro meses de curso intensivo -en Mataró -alcanzó el nivel B1 acreditado por el Goethe Institut. Lo que al principio parecía imposible lo tenía ahora bajo el brazo en un certificado. El B1 es como el examen de conducir. Si se prepara, se aprueba. Pero, en realidad el carnet de conducir acredita sólo que sabes conducir. Pero ¿sabes circular? Difícilmente. La inmensa mayoría lo aprenden -simplemente- circulando. Con el alemán -el tan temido alemán- pasa exactamente lo mismo. Se “circula” con el alemán viviendo en Alemania.
“Estuve enferma” -comienza Marta. “Y tuve que ir al médico. Sentía impotencia porque no sabía si podía expresar exactamente lo que me pasaba”. La salud es la salud y Marta no quiso improvisar. “Me apunté en un papel todo lo que tenía que decir. Lo memoricé. Con la ayuda de un diccionario busqué las palabras más técnicas”. ¿Podía ser que Marta tuviera más miedo del diagnóstico o de no poder explicarse? O peor; ¿de no entender lo que el médico le pudiera decir? ¿O tal vez de todo un poco? Al salir de la consulta: “Tenía una pequeña alergia. Nada más. Enseguida me derivaron a un especialista”. O sea, que Marta fue capaz de explicarse: “El médico lo entendió todo. Y yo casi. Si no entendía una frase me la volvía a decir. Incluso utilizó alguna vez traductores de Internet”. A nadie le gusta tener una alergia. Y menos en el norte de Alemania. Pero no hay mal que por bien no venga. Marta -con aquella experiencia- aprendió más alemán que en uno de los cuatro meses de curso en Mataró. Esto es -precisamente- “circular”. Y ahora, con una amiga alemana puede ir a tomar algo y mantener una conversación en alemán de dos horas sobre “cosas típicas de chicas de veinte años”.
Klütz es un pueblo pequeño, pero tiene veterinario. Una suerte para Marta. Quizás habrá que ir si Tambor -el conejo que le dejan tener en casa- se pone enfermo. Pero difícilmente se pondrá enfermo, teniendo en cuenta las condiciones en las que vive la inquilina. Marta nunca imaginó vivir en Klütz, pero tampoco en un dúplex. Y menos pagar 250 euros al mes de alquiler. Con todo incluido. Excepto Internet. Un pequeño gasto necesario que se olvida rápidamente cuando -con el wifi- navega sentada cómodamente en una silla de su inmenso jardín. Un jardín que Marta aprovecha para hacer Grillpartys con sus amigos. Sobre todo en verano. “El edificio pertenece al jefe de mi trabajo. Nos cobra un precio justo. Un precio que podemos pagar “-nos explica Marta.
Los azubis también tienen tiempo libre. En Alemania no solo se trabaja. Aquí, Marta con sus amigos, un día de fiesta normal. En casa, jugando a cartas, bebiendo cerveza, hablando…y sobretodo: riendo mucho.
De promedio, un/una Azubi gana 850 euros mensuales, propinas aparte si el aprendiz estudia una formación dual relacionada con la hostelería. Los gobiernos de cada Bundesland también ayudan. “Cojo el bus a las 6:55 y llego a Zierow a las 07:50, el pueblo dónde está la Berufliche Schule. Los títulos de transporte son más baratos para los Azubi“. Contra el tópico, Alemania no es un país excesivamente caro. La compra en un supermercado es casi idéntica a la de los supermercados de nuestro país. ¿Quién no ha comprado nunca en un Lidl, por ejemplo? “Quizás la cerveza es más cara, pero también te dan más”. Y con un poco de voluntad, incluso también se puede ahorrar. Y si no, que se lo digan a Marta. Durante unos días de vacaciones tomó un avión para descansar en Miami. Los Azubi tienen estas cosas. Viajan a Florida vía Hamburgo. Y eso sin contar el turismo “nacional” que Marta ya ha hecho con sus amigos de Alemania, de los que -naturalmente- también hay españoles. “Siempre hay alguien que tiene coche y nos vamos a hacer escapadas. Hemos ido a las ciudades importantes más cercanas, pero también hemos ido hasta la Selva Negra, en Baviera”. Y si con sus amigos deciden hacerse en la carretera durante el invierno, no pasa nada. “Nieva muchísimo pero todo funciona. Y si no funciona, te avisan”. A Marta, al menos al principio, el “típico” mal tiempo alemán no pareció molestarle mucho: “No me deprimí nada” ¿Cómo podía deprimirme si todo era nuevo y estaba siempre en una emoción constante?“-se ríe de ella misma. “Y en invierno -que hacía siestas de cuatro horas después de la Schule– pues no podía darme cuenta de que oscurecía”. Pero todo tiene su contrapartida. Klütz -tan al norte que incluso prácticamente no aparece ni en los mapas- tiene días de verano extraordinariamente largos. El sol se pone completamente a pocos minutos de las 11 de la noche. Unos días de verano extremadamente calurosos.
El día a día de Marta es un día a día normal. Ella es una chica normal que hace cosas normales en un país normal que se llama Alemania. Con la diferencia de que tiene que hacerlo todo en alemán. Pero ¿cómo estudia Marta? ¿dónde trabaja? Y ¿cómo se divierte? ¿Qué es lo que le pasa a una Azubi en un pueblo como Klütz? Atentos a nuestra web y a nuestras redes sociales. La historia de Marta continuará.